sábado, 23 de octubre de 2010

Talajara 2010

Un año más hemos acudido a la cita de Talavera de la Reina. Hemos hecho muchos kilómetros y han ocurrido bastantes acontecimientos desde que el año pasado nos aventuráramos a hacer la Talajara. Especialmente nos acordamos de Salva, a ver si se soluciona pronto su problema que le ha impedido hacer la martxa este año.
Llegamos el viernes de madrugada a Belvís de la Jara. Un pueblo, cercano a Talavera, por el que discurre la ruta de 80 km. Belvís es un pueblo con muchos olivos en los alrededores, con una cooperativa olivarera y en fin una gran tradición de aceitunas. Es un pueblo que está muy bien, si no fuera por la cantidad de cantos que tienen sus caminos.
El sábado recogimos los dorsales en Talavera y comimos allí. Después por la tarde a tomar algo en la terraza del Lagar, varios cafés para mantenernos despiertos, porque habíamos dormido poco y comido mucho. Por la noche quedamos con los Extrem para cenar, unos macarrones, para meter energía para el día siguiente.
Las previsiones del tiempo aciertan por completo, algo de fresco por la mañana 10ºC y no demasiado calor al mediodía 19ºC. El tiempo es ideal para andar en bici. En la salida habíamos quedado con un gran compañero Enrique y su cuñado Pedro. Llegamos en principio con suficiente tiempo, una hora antes de la salida, pero entre que bajamos las bicis, ponemos los portabotellines, cargamos los botellines, nos acabamos de vestir, etc. nos dan casi las 9:45. Luego, se me había olvidado ponerme la pulsera de los avituallamientos, así que vuelta para el coche y nos da el tiempo justo de sacarnos una foto.
La salida es mejor que la del año pasado. Parece evidente: menos gente, menos lío. La ventaja de conocer el recorrido nos permite ir con buen ritmo al principio, sabiendo que lo importante llega a partir de Belvís, hacia el kilómetro 42. Desde la salida no tenemos noticias de Enrique y Pedro, pero esperamos encontrarnos con ellos en Belvís. Los primeros 30 kilómetros son llanos muy llanos. En los primeros botes pierdo el cuentakilómetros, parece que no lo fijé bien. Es curioso, porque el año pasado también se me cayó. En esa ocasión sí que me dí cuenta y me paré a cogerlo, sin embargo este año ni me enteré. Vamos con buen ritmo y decidimos parar en el viaducto, justo antes de que empiecen las rampas hacia Belvís.

Este año nos han sacado antes de la vía verde, antes de Aldeanueva. Me ha parecido un acierto. El camino hasta llegar a Belvís era diferente al del año pasado, y a decir verdad me ha gustado mucho más. De hecho, nos hacían pasar por un riachuelo o poza, que le daba un toque curioso. Enhorabuena a la organización por el cambio. Lo que no falta en los alrededores de Belvís son los cantos. ¡Cuanta piedra suelta! A lo mejor con una doble se notan menos.
Vamos con buen ritmo y como llegamos mucho antes de lo previsto, paramos a llamar a la familia, para que salgan, no vaya a ser que lleguemos a Belvís y no haya nadie esperándonos. Unas 2 horas para 42 kilómetros con un par de mini paradas, está muy bien para nosotros. En Belvís además de la espera producida por el embudo del reparto del avituallamiento, estamos un buen rato con la familia, sacándonos fotos, comiendo la Jaralca y esperando a ver si aparecen Enrique y Pedro. Aprovechamos también para cambiarnos la térmica por una camiseta normal. Después de estar unos 40 minutos parados, decidimos reanudar la marcha. Estamos fríos y la Jaralca nos repite en las primeras rampas de la salida de Belvís hacia Alcaudete. Hasta que llegamos a la cuesta del Burro, que no hay más remedio que poner pie a tierra y subirla andando. Siempre hay alguno que lo intenta, pero entre la muchedumbre y los cantos, tiene que acabar por rendirse. Seguimos con un buen ritmo, más o menos constante, de hecho el tiempo de la segunda parte de la prueba es prácticamente el mismo que el de la primera mitad. Después de la última subida, que hay gente a la que se le atraganta, viene una bajada importante en la que pierdo el botellín. Paro para recuperarlo, pero me doy cuenta que es un poco peligroso, por la caña a la que baja la gente. Así que lo doy por perdido.

De ahí, hasta Talavera. Verla al fondo nos anima y ponemos un ritmo alto, con la intención de acabar a tope. Este año no nos han metido por el sembrado del año pasado, lo que es de agradecer. En los últimos kilómetros, ya en Talavera, vemos a gente arreglando pinchazos, menuda mala suerte, pensamos. Al final tardamos casi 5 horas y acabamos el 526 y el 529, pero menos cansados que el año pasado y eso que hemos tardado una hora menos. En la meta estaban Miguel y Jose esperando a Víctor y Jesus, que habían hecho la ruta larga. Llegan muy bien y acaban en 6:20 los 125 km, no está nada mal. Ahí se da cuenta Juan de que tiene una rueda pinchada. Eso sí que ha sido suerte. Lo importante es que no hemos tenido incidencias, ni pinchazos, ni caídas. Llamamos desde el coche a Enrique y no da señales de vida. Más tarde me llama y me comenta que le ha encantado la martxa. Me parece que le ha entrado el gusanillo, como me ocurrió a mí el año pasado. Me comenta la emoción que sintió en la meta, me parece que sé a lo que se refiere, yo también lo sentí.

Más fotos aquí.